Quebrantahuesos 2018 #condiabetessepuede

5 de la mañana, suena el despertador. Mi cuerpo se llena de nervios y mi cabeza de dudas ¿Llevare suficiente insulina basal?¿Habre entrenado lo suficiente?¿Gestionare bien la diabetes durante 200 kilómetros? Me pincho la insulina rápida, me visto de ciclista y bajo a desayunar. Mientras desayuno aparece mi padre en la cocina, este año no puede acompañarme pedaleando, pero nos va a esperar en el Pourtalet. En Ainsa recogemos a Germán y nos dirigimos los tres a la salida, el adelanto de la salida 15 minutos hace que vayamos con el tiempo un poco justo.

Somos los últimos en el parking, y eso hace que seamos de los últimos en tomar la salida 45 minutos después de Purito Rodriguez, el ciclista homenajeado en esta edición 2018 de la Quebrantahuesos. Pillamos un grupo muy bueno, con el que rodamos a una velocidad alta, pero sin quemarnos en el tramo de autovía hasta Jaca. Pero el viento del norte y las primeras rampas del Somport, hacen que el grupo se rompa. Entablamos conversación con una pareja, con la que vamos subiendo desde Villanua hasta la estación de Canfranc. Ella me dice ayy como nos engañan para hacer estas cosas las parejas. A mi se me escapa la risa y Germán replica, si aquí el engañado soy yo. Vaya cara que ponen al enterarse de que soy yo la veterana en estos lares. Una vez pasada la estación, empieza el tramo mas duro del puerto, cogemos nuestro ritmo y poco a poco llegamos al avituallamiento. Reviso glucosa, todo el orden, rellenamos los botellines y afrontamos los últimos metros del puerto, donde la gente te anima y te grita, y te crees que estas en el Tour de Francia.

45 minutos de espera, mientras salia el sol
Coronamos el puerto y la gente se lanza como locos, aunque haya voluntarios en todas las curvas peligrosas, yo prefiero bajar despacio y a mi marcha. Desde la caída del verano pasado, me falta soltura y los descensos me dan respeto. Cuando ya llegamos a la carretera nueva, la que viene desde el túnel, pienso en como cambia la percepción de las carreteras y los paisajes según la meteorología. Hace dos años diluviaba e iba congelada del frío, este año un sol esplendido y calor.
No vemos ningún grupo ni delante ni detrás nuestro, Germán se pone delante y empieza a tirar, ya que la bajada hasta el inicio del Marie Blanque te permite dar pedales y avanzar si tienes fuerza, pero sin quemarse. Nuestros dos acompañantes en un pequeño repecho no saben seguir nuestro ritmo y nos abandonan. Cuando calculo que nos quedan poco para el segundo puerto, le comento a Germán que debería comer y bajar un poco el ritmo, hay que guardar fuerzas y piernas para las terribles rampas. Y en ese momento nos adelanta una bici de paseo, si si, he visto bien, una bici de paseo.


El Marie Blanque son dos partes, los seis primeros muy suaves y llevaderos, y la segunda parte es una pared continua de cuatro kilómetros. La primera parte la afrontamos sin problemas, cogiendo agua en el avituallamiento y preparando la cabeza para lo que viene. Primera rampa dura y ya nos encontramos con gente que sube caminando. El calor es insoportable y mi nariz parece una fuente, un manantial de sudor. Hago un parón, para bajar pulsaciones y mirar la glucosa. Aparece nuestro amigo ingles, con su Brompton, y nos cuenta sus planes, en tres semanas Quebrantahuesos, Maratona dles Dolomites y Marmotte. Afrontamos los últimos metros con una sonrisa en la cara, como muestra el vídeo de la cima.


Iniciamos el falso descenso hasta el avituallamiento,donde recargamos agua, comemos algo y continuamos bajando. La ultima parte de la bajada siempre con cuidado, ya que son curvas enrevesadas y con gravilla. Al coger la carretera dirección España, sorpresa, viento de norte, que nos empuja y aproxima al Pourtalet. Los primeros kilómetros suaves y a ritmo cómodo hasta el avituallamiento liquido, allí reviso la glucosa, y como táctica decido ir mirando la glucosa en tramos de 5 kilómetros. Nuestros compañeros en la ascensión alucinan con nosotros, no entienden que vayamos ligeros y a buen ritmo, y después pare cada cierto tiempo. 

Chapelle de Houndas y su gran tilo
Llega la zona de las viseras, oigo un grito Ahi suben!!! .Busco a mi padre, lo encuentro subido en la visera, baja y va un rato corriendo a nuestro lado, preguntando si necesitamos algo. Al pasar por el avituallamiento liquido, todo el grupo nos animan venga Bruis! vamos German!. Coronamos, miro el reloj 17H05, saco el glucometro y me hago una medición capilar. Aunque el sensor funciona, en momentos puntuales prefiero hacer capilar, ya que con la fatiga y cansancio pierdes la noción del nivel de glucosa que tienes ese momento en sangre. 81 en sangre, hay que comer algo y beber. Estamos en tiempo, bajamos hasta el avituallamiento de Formigal, comemos y bebemos, el chico del avituallamiento nos dice que ya la tenemos, ahora solo bajada hasta Sabiñanigo, que los últimos no tenemos que subir Hoz de Jaca. 



Cuando atravesamos el parking y pretendemos proseguir nuestra marcha, un voluntario ha bajado la barrera del parking. Dice que en su reloj son las 17h30 y estamos fuera de carrera. Se extiende la confusión entre el grupo de unos 15 ciclistas que estamos allí parados. Me acerco a el, le digo que el corte horario esta en la cima del puerto, en el kilómetro 148 y que ahora estamos en el kilómetro 154. El me replica de muy malos modos, se niega a dejarnos continuar y que tenemos dos opciones, subirnos al autobús o entregarle el dorsal y continuar fuera de carretera. Me indigno, Germán me pregunta que hacemos? .Yo lo tengo muy claro, arranco la placa de mi bicicleta, y se lo doy al voluntario. Vamos bajando llenos de rabia, indignación, enfado. No tiene razón, en el reglamento no pone eso. 
Descendemos unos kilómetros, de repente nos adelanta un ciclista con placa en la bicicleta, y pensamos que se le habrá escapado, pero a los pocos minutos son muchos mas. Nos quedamos perplejos. Nos acercamos a uno que estaba cuando hemos tenido el debate con el voluntario, y nos dice que a los dos minutos de partir nosotros, ha llegado un guardia civil en moto, y ha regañado al voluntario, porque el no era la autoridad para sacar a nadie de carrera y menos cuando esos ciclistas están en tiempo de completar el recorrido. Nuestros niveles de indignación aumentan por momentos. A los pocos minutos aparece el guardia civil, y mientras vamos bajando le voy contando la historia. Nos da un consejo, entrar en meta con gente que lleve dorsal. Al quitarnos la placa, no llevamos chip, por lo que nuestros tiempos no van a quedar registrados. Germán se adelanta, para hablar con alguien de la organización que este en Biescas y dice que me espera allí. Le recomiendan lo mismo, que entremos con alguien que lleve dorsal, presentemos una incidencia y aportemos algún testigo de lo ocurrido. 
Nos ponemos a relevos, con dos chicos que han venido con su suegro, y conseguimos hacer un grupo grande grande. La gente te sigue animando y cuando llegamos a la subida de Cartirana, el grupo se rompe, nosotros salimos al ataque y nos lanzamos hacia la meta. Los últimos metros, con la gente animando sin parar por las calles de Sabiñanigo, te producen un nudo en la garganta y piel de gallina. 


Antes de nada, un abrazo, algunas lagrimas y al final de la larga recta una foto, un recuerdo de mi segunda quebrantahuesos. Aunque no tengamos la foto oficial de la organización con nuestros dorsales cruzando la meta, por un error humano, el Garmin todo lo guarda,  y ahí queda registrado que con diabetes se puede hacer una Quebrantahuesos. 

Después de beber algo en el avituallamiento de meta y contactar con uno de nuestros testigos, nos olvidamos de la paella y vamos directos al stand de incidencias. Allí explicamos nuestro caso, y tras ver las caras de chasco de las mujeres que escuchan nuestra historia, piden que dejemos todo por escrito, para que el caso llegue al director de la marcha cicloturista. Desde aquí quiero agradecer a nuestro testigo en la declaración del incidente, ya que seguramente sin el nuestra historia habría perdido valor y fuerza. Muchas gracias.



La recompensa tras 200 kilómetros, se materializo en un helado que supo a gloria. Pido perdón a los lectores habituales de este blog, por la tardanza en la redacción de esta crónica, pero he esperado a recibir una respuesta de la organización, la cual llego esta semana. Nos piden disculpas, lamentan lo ocurrido y nos esperan en la edición del 2019. 
A seguir pedaleando. Salud y kilómetros!!! 




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